De tanto darle tiempo al tiempo, se nos va la vida

La tarea de escribir esta semana fue muy distinta, terminé con la publicación pasada y de pronto me surgió la necesidad de seguir escribiendo, el tema no fue complicación y las ideas parecían que brotaban de la nada, intenté guardar un poco de espacio para pensar un poco más, para descansar la mente, sin embargo, aquí estamos de nuevo y esto es lo que tenía en el corazón y que hoy te comparto. 

El tiempo, el mejor de los amigos en ciertas ocasiones y el peor de ellos en otras. A veces, disfrutamos tanto un momento que deseamos que se detenga, que nos encantaría poner pausa a la película llamada vida y seguir sintiendo eso que nos causa tanta felicidad, a su vez, en ocasiones estamos pasando por un trago amargo, tristeza, soledad, angustia, que lo único que desearíamos sería que el tiempo pasara en un dos por tres, que los minutos se convirtieran en horas, pero ocurre todo lo contrario, pasa lento, vemos el reloj, el calendario y pareciera como si estuviéramos en cámara lenta, las manecillas no avanzan y el sentimiento se mantiene, ¿pero sabes qué? La vida hay que vivirla y parte de la vida es el tiempo. 

Soy un fiel convencido que más vale tiempo de calidad que simplemente cantidad, que todos nuestros recuerdos siempre van guiados por sentimientos y no tanto por momentos, sólo te pido que cierres los ojos, te traslades a un recuerdo que tienes en tu mente y en tu corazón… ¿ya? A poco no lo primero que viene a tu cabeza son las emociones que viviste en ese instante determinado, aquella cena, fiesta, sorpresa, celebración, ese domingo en compañía, esas vacaciones en familia, y sientes felicidad, sientes como el corazón te brinca al recordar lo que pasaste, pierdes ciertos detalles de ellos, sin embargo, lo que jamás se olvida es que en ese tiempo determinado fuiste feliz. De igual forma, piensa en una ruptura amorosa, en un fallecimiento, en una mala decisión, en un fracaso, probablemente tenemos bloqueados en cierta forma esos episodios, pero no dejamos de sentir frustración, tristeza, angustia, dolor… Tal y como si fuera ocurrido ayer. 

Así es esto, pasa el tiempo, pasan los días y guardamos en forma de sentimientos todo lo que hemos vivido, algunos queremos cambiarlos, otros, queremos volverlos a vivir, pero estamos en el presente, estamos hoy, y solamente nos quedan dos opciones: 

1) Disfrutar en forma de recuerdo todo lo que guardamos en esa caja negra llamada mente y corazón; o, 

2) Lamentarnos por querer regresar el tiempo y vivir inmersos en una tristeza porque eso ya pasó y no podemos hacer nada por regresarlo. 

Hace casi dos años sufrí la pérdida de uno de mis mejores amigos, sin duda, el peor de los sentimientos, tengo presente casi todo lo vivido ese día, fui de los primeros en enterarme, me tocó compartir esa espantosa noticia con otros amigos, me acuerdo, y se me llenan los ojos de lágrimas, y claro, mucho de lo que me pasa de manera recurrente es el hecho de querer volver a vivir aunque sea un solo día con él, poder platicar, poder escucharlo, poder ayudarlo, poder disfrutar una vez más todas esas risas y momentos increíbles que pasamos juntos, de ser un amigo, se convirtió en un hermano y su ausencia es un dolor que nunca cesa, pero que se aprende a vivir con todos esos momentos tan increíbles que vivimos, guardo en mi mente y en mi corazón principalmente todo lo bueno, así es, sentimientos, porque aunque tengo su cara y su voz aún frescos en mi memoria, lo que realmente importa es que me queda la satisfacción de saber que disfruté plenamente el poco tiempo que Dios me lo prestó. 

Así pasa en todos los sentidos, muchas veces sufrimos pérdidas ya sean definitivas o temporales, y volvemos a recordar a cada momento todas esas vivencias; si la persona ya no está más en este mundo, ya no podemos hacer nada, el tiempo se fue y jamás regresará, no podremos invitar de nuevo a ese amigo o familiar, no podremos hablar nuevamente con él o ella, jamás podremos abrazarlo otra vez, reír, llorar, tomar un café o una cerveza, recibir un consejo o dárselo. 

A raíz de esa pérdida que les comparto, decidí, junto con otros amigos y personas muy cercanas a mí en ese momento, aprovechar más el tiempo, te vuelves frágil ante él y lo que piensas es en disfrutarlo, te das cuenta que existe más tiempo que vida, porque la vida se va y el tiempo sigue su curso, el tiempo nos trasciende, y si no lo aprovechamos, es cruel y jamás regresa. 

Por ello, a partir de ahí me quedó muy grabado el último consejo que me dejó Carlos (QEPD) con su partida, no quedarse con nada, amar, reír, hablar, ayudar, en una palabra… VIVIR. Puede que mañana, como a mí me pasó, te despiertes pensando que todo sigue igual, que la gente que amas sigue aquí, que todos tus amigos o familiares estarán disponibles para hablarles, para salir, para hacer cualquier cosa, y de pronto NO, la vida cambió y te cambió, ya no estamos los mismos, se siente un vacío enorme, quieres gritarle y que te escuche, pero ya no puedes, el tiempo que tuviste para hacerlo ya pasó y ya no volverá a pasar. 

Ahora, aquí estamos, estamos vivos y muchos de nuestros seres queridos también lo están, ¿qué estás esperando para hacer o decir algo?, ¿qué tiene que ocurrir para hacerlo?, ¿necesitas un “detonador” para expresar tus sentimientos?, ¿dejarás pasar el amor, la amistad… la vida? 

¡No, no, no y mil veces no! 

El tiempo no regresa, lo que hiciste, ya lo hiciste, ya pasó, ya perdonaste, ya te perdonaste, ya… Es tiempo de aprovecharlo, de decirle a quien amamos que lo amamos y demostrarlo con hechos, no solamente con palabras, probablemente el día que lo queramos hacer será muy tarde, sin ser extremista, sin que se tenga que ir de este mundo nadie, posiblemente se vaya de nuestro mundo, posiblemente aunque lo tengamos a metros de distancia ya no esté con nosotros, y eso, sí, eso es lo peor, esa pérdida es espantosa, el saber que alguien sigue ahí, pero ya no para nosotros, y todo… Por no haber aprovechado el tiempo. 

Para qué esperar a que pasen tragedias, a que la vida nos restriegue en la cara que no somos eternos, que el tiempo pasa y no se detiene, que todo es pasajero y que lo único que se queda en nuestra mente, en nuestro corazón, son sentimientos motivados por vivencias, por momentos que jamás se olvidarán. 

Como dice la frase, “prefiero decir me acuerdo, a me imagino”, claro, prefiero haberlo vivido, pero más aún, prefiero seguir viviéndolo, prefiero seguir recordándole a la gente que las quiero, disfrutar cada momento en familia, cada instante, porque sé que jamás se repetirá. 

Me podrías decir que hay ocasiones en las que no vale la pena demostrar tus sentimientos por ese rechazo que alguna persona te demuestra, que no vale la pena, que ya fue mucho, etcétera, y sí, probablemente sí, es la lucha entre hacer lo que sientes y quieres “vs” hacer lo “socialmente correcto”. Creo que todos lo hemos vivido, intentar demostrar y darlo todo, a veces más de lo que está en nuestras manos, pero ahí viene la respuesta… Tú sí aprovechaste el tiempo, aprovechaste los momentos, no dejaste de luchar, de hacer todo por recuperar a alguien o por volver a vivir eso que te hacía feliz, hiciste lo que estaba en tu terreno, lo que podías controlar (que son tus propias acciones), ahora, probablemente será la otra persona la que en algún momento determinado se dará cuenta del tiempo que dejó pasar por miedo, por pena, por presión social o familiar, y que ese tiempo que dejó pasar, jamás regresará… 

Vive al máximo, con responsabilidad, da pasos firmes que dejen huella, que dejen sentimientos tan profundos en las personas, que cada que se acuerden de ti, se acuerden de un sentimiento bueno, feliz, de amor, de inspiración, de seguridad, de paz. 

Estamos de paso, la vida corre y muy deprisa, pero esta se detiene y el tiempo no, el tiempo es más allá de tu vida y de la mía, de aquél que amamos y que desearíamos que fuera eterno, dejemos el rencor y seamos humildes, sepamos reconocer errores y hacer hasta lo imposible por subsanarlos, amemos y dejemos que nos amen, provoquemos sonrisas y dejemos que nos las provoquen, al final, será lo único que dejaremos en este mundo, nuestra esencia y lo que hicimos sentir al prójimo, no tanto esa fiesta, ese domingo, ese café, esa plática, sino lo que despertamos gracias a esos acontecimientos. 

Mientras haya vida, hay tiempo de hacer, no lo olvides. 

Dale tiempo al tiempo, pero no demasiado, pues es oro, pero ese oro, jamás regresa. 

Hoy, como siempre… ¡GRACIAS! 

Arturo Sumano Ojeda

Comentarios

Entradas populares